V.I.T.R.I.O.L.
«Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem»
Kunstverein Kreis Ludwigsburg
V.I.T.R.I.O.L.
«Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem»
Kunstverein Kreis Ludwigsburg
El estudio del artista cubano Gustavo Díaz Sosa (Cuba, 1983) en las proximidades de Madrid es como un gabinete de curiosidades: libros de arte, de metafísica o espiritualidad ocupan las estanterías junto a dibujos y cuadernos de bocetos que se entremezclan con notas de Franz Kafka o Dante Alighieri. Crucifijos, dispensadores de incienso, velas gastadas sobre botellas vacías de vino, cráneos de animales cadavéricos... todo se apila organizadamente sobre la mesa. De las paredes también cuelgan estudios anatómicos, dibujos de huesos, esqueletos y estructuras arquitectónicas o reproducciones de William Blake. La sala refleja las diversas áreas de interés y al mismo tiempo el mundo espiritual e intelectual del artista: desde niño, Díaz Sosa se ha ocupado en adentrarse en las historias del Antiguo Testamento –como la Torre de Babel, el sueño de Jacob en el que veía una escalera al Cielo o el Gran Éxodo del pueblo judío– e igual que en las religiones, especialmente el gnosticismo judío, también le inquieta la física cuántica, el ocultismo o la meditación. La amplia gama de temas plantea preguntas fundamentales para el artista: ¿Existe Dios? ¿Qué define realmente al ser humano: su obra o su esencia? o ¿cuál es la razón de la lucha del hombre por el poder? Abordar estas cuestiones determina la vida cotidiana de Díaz Sosa así como su obra artística.
A primera vista, su pintura parece fácilmente accesible. Solo en una inspección más cercana se revelan los temas complejos de sus pinturas. Su obra, a menudo de gran formato y en técnicas mixtas, muestran paisajes distópicos medio devastados, inhóspitos y casi desiertos en los que multitudes de personas deambulan como buscando o esperando entre altas y extremadamente amenazantes arquitecturas cúbicas. Otras piezas muestran torres o pirámides con empinadas escaleras, cuyo final no parece tener un propósito, sino que conduce al espacio vacío e infinito. Las puertas y portones en las fachadas lisas de los edificios solo parecen ofrecer una entrada, pero no una salida. Otro grupo de obras muestra mesetas con cráteres profundamente incrustados, en cuyo borde la gente mira hacia el abismo, o construcciones de escaleras frágiles y sinuosas que conducen a un interior insondable de la tierra. Todas estas imágenes con estructuras arquitectónicas masivas dejan en suspense lo que podría haber detrás de esos monstruosos muros o el destino al que se dirigen sus personajes.
«Intento describir una sociedad perdida, anónima, abandonada y desesperada que intenta sobrevivir en un sistema que presume de democracia a escala mundial. Mis personajes andan como borregos extraviados sin conseguir llegar a ninguna parte. Yacen atrapados entre los muros que los acorralan y en una red de reglas burocráticas establecidas. En este contexto, utilizo la arquitectura como herramienta o símbolo de poder. La arquitectura siempre se ha utilizado para proteger a las personas, pero también para dominarlas. […] Las religiones, los mitos, los sistemas políticos siempre se han apoyado en enormes templos para aumentar la fragilidad del individuo frente al poder.»
La visual personal de Díaz Sosa a menudo se enfrenta en una conversación. Sin embargo, en contraste con su entorno dominante, las figuras son criaturas diminutas, como números sin rostro, sin nombre y sin sentido en la multitud. A pesar de todo el anonimato, son ellos los que dan a las imágenes una atmósfera de creciente inquietud y temor. De esta manera, las imágenes de Díaz Sosa despiertan emociones que transmiten al espectador -tanto en lo simbólico como en lo real- que cualquiera puede ser arrastrado a un remolino o a un abismo en cualquier momento, o darse cuenta de que los caminos subidos por escaleras y escalones resultan no ser un rescate, pero un callejón sin salida. Aún otros trabajos demuestran cuán dispuestamente las figuras, que nos representan a los humanos, esperan en fila en las barreras, en los sistemas de control y espera o incluso en los escritorios. El pintor siempre deja abierto si sucederá algo y, de ser así, qué sucederá exactamente cuando se permita que las figuras aparezcan en una de las mesas de la oficina o hayan subido un tramo de escaleras. El objetivo o el valor añadido de la acción del paciente no es reconocible ni nombrable. "Vivimos en estado de ansiedad, de estrés y de depresión; se nos dice lo que tenemos que hacer y adónde ir, pero no nos damos cuenta de que las respuestas que realmente anhelamos y que nos harán libres no están ahí fuera, sino en nosotros mismos." Una declaración que testimonia a una universalidad atemporal y los pronunciados poderes de observación de la vida cotidiana en tiempos de agitación social.
En este contexto, se lee el título de la exposición V.I.T.R.I.O.L.. El acrónimo es un lema de la alquimia: Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem, que significa "Busca en las entrañas de la tierra y purificada encontrarás la piedra [filosofal] escondida". Escrito en una gran tabla de madera, estas palabras cuelgan en el estudio del artista, como leitmotiv, si no como la quintaesencia de su trabajo artístico. Díaz Sosa ve su arte como el resultado de un viaje interior: a lo largo de los años lo ha llevado a la autoconciencia de que toda persona tiene que pasar por un proceso instructivo en el que puede tropezar o incluso caer. Como una purificación, aprende de ella, en sentido literal y figurado, cómo levantarse de nuevo. Solo a través de experiencias de vida dolorosas o complejas y las intuiciones resultantes, uno puede descubrir quién es y cuál es su tarea como ser humano en la tierra: mirar dentro de sí mismo y reconocerse.
Díaz Sosas teje sus inquietudes en imágenes que apelan a la memoria cultural colectiva. Muchos espectadores están familiarizados con las torres que luchan hacia el cielo en sus obras y los niveles de construcción conectados solo por escaleras o escalones de obras famosas de la historia del arte: de la Torre de Babel de Pieter Bruegel el Viejo. Ä., la secuencia de grabados de las mazmorras de la imaginación (Carceri d'invenzione) de Giovanni Piranesi o el ciclo de imágenes de La Divina Comedia de Dante (Devina Comedia) de Sandro Botticelli, William Blake y otros. Además, el artista culto utiliza clásicos literarios en sus obras. La naturaleza de múltiples capas de sus imágenes logradas de esta manera permite al espectador diferentes lecturas e interpretaciones, influenciadas por la sabiduría adquirida individualmente. Con citas de la literatura, el arte y la religión, Díaz Sosa la anima en reiteradas ocasiones a hacer frente a la situación global actual y a conectar y cuestionar lo generalmente aceptado con su propia posición actual.
Dr. Katherine Henkel
Hannover, 2022.
Enlaces relacionados:
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